viernes, 24 de octubre de 2008

El corazón de la adoración

Rick Warren

La palabra rendición es poco popular, es tan fea como la palabra sumisión. Implica derrota, y nadie quiere ser un perdedor... Casi siempre se usa en un contexto negativo...Pero la entrega a Dios es el corazón de la adoración. Es la respuesta natural al asombroso amor y misericordia de Dios. Nos entregamos a él, no por temor u obligación, sino por amor, “porque él nos amó primero” (1 Juan 4:9, 10, 19).

Ofrecerte a Dios es la esencia de la adoración [Romanos 12:1-2].

A este acto de entrega personal se le llama de diversas maneras: consagración, que Jesús sea el Señor de nuestra vida, tomar la cruz, morir al yo, ponerse en manos del Espíritu. Lo que importa es lo que se haga, no cómo se le llame. Dios quiere nuestra vida: toda nuestra vida. El noventa y cinco por ciento no es suficiente.

Hay tres obstáculos que bloquean nuestra entrega total a Dios. El temor, el orgullo y la confusión. No nos damos cuenta de cuánto nos ama Dios, queremos controlar nuestra propia vida y malinterpretamos lo que significa la entrega.

¿Puedo confiar en Dios?

El temor y la desconfianza impiden entregarnos, pero el amor echa fuera el temor. Cuanto más nos damos cuenta de lo mucho que Dios nos ama, más fácil nos resultará la entrega...

“Reconozcamos nuestras limitaciones”

... Nuestro orgullo. No queremos admitir que somos meras criaturas y que no podemos controlar todo....Cuando nos enfrentamos a nuestras propias limitaciones, reaccionamos con irritación, enojo y resentimiento...

“Lo que significa rendirse”

En lugar de reducirla, la entrega potencia nuestra personalidad. C.S. Lewis señaló: “Cuanto más dejamos que Dios tome nuestra vida, más verdaderamente nos convertimos en lo que somos, porque El nos creó”...

La entrega se demuestra mejor con la obediencia y la confianza... Abraham siguió la guía de Dios sin saber adónde lo llevaría. Ana esperó el tiempo perfecto de Dios sin saber cuándo sería. María esperó un milagro sin saber cómo. José confió en el propósito de Dios sin saber por qué las circunstancias se dieron como se dieron. Todos ellos se entregaron a Dios por completo.

Puedes saber que te has entregado a Dios cuando dependes de él para que las cosas resulten bien, en lugar de manipular a los demás, imponer tus ideas y controlar la situación. Uno suelta las riendas y deja que Dios obre. No necesitas estar “siempre al control”. La Biblia dice que debemos entregarnos al Señor y esperar en él con paciencia (Sal. 37:7a, paráfrasis). En lugar de esforzarte más, confía más. También sabes que te has rendido cuando no reaccionas a la crítica ni te apresuras a defenderte. Un corazón rendido se destaca en las relaciones personales. Una vez que nos entregamos a Dios, ya no descalificamos a los demás, no exigimos nuestros derechos y no buscamos nuestro propio bien.

Las bendiciones de rendirnos. Son paz y libertad.

Entregarse no es la mejor manera de vivir, es la única manera de vivir... Llegó el momento para que te rindas a Dios, a su gracia, a su amor y a su sabiduría.

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