lunes, 2 de marzo de 2009

Y ahora que?

Durante su tiempo en el colegio, un joven asistió al campamento que su iglesia organizaba cada verano. El campamento siempre terminaba con una reunión emotiva junto a la fogata, en la cual las personas podían confesar sus faltas, pedir algo en oración o simplemente adorar a Dios por algo.En su primera reunión junto a la fogata, éste joven se acercó a las llamas y tiró una cajetilla de Malboro en el fuego. Con lágrimas contó como había sido adicto al cigarrillo y que al “arrojarlos al fuego”, estaba demostrando una consagración nueva de su vida a Dios. El siguiente verano, sucedió lo mismo. La única diferencia fue que este chico había cambiado de marca de cigarros en ese año. Finalmente llegó el verano numero tres. Hubo otra reunión junto a la fogata y… si! adivinaste. Se volvió un chiste triste entre los otros veteranos del campamento.
Por supuesto que no debemos juzgar a este joven. Es fácil ser emotivo y estar lleno de buenas intenciones cuando Dios recién nos habla y nos incita a hacer algo o dejar de hacer algo. Muchos de nosotros no terminamos lo que iniciamos una vez que la emoción desaparece y nos damos cuenta que hay más cosas que están involucradas que solo tener escalofríos o unas cuantas lágrimas. Muchas de las aventuras nuevas o “reconsagraciones” son emocionantes simplemente porque son nuevas. Y esa emoción te ayudará a romper las primeras piedras, pero no te pondrá inmediatamente en la meta final. Se necesita perseverancia y un sentido de responsabilidad para terminar lo que inicias.
El joven de nuestra historia no fue capaz de tomar la responsabilidad de sus acciones. Los consejeros del campamento y los talleristas los inspiraron, lo motivaron a tomar una decisión. Pero era su responsabilidad, y ahí es donde titubeó. Hubo un tiempo en tu vida donde no tenías ninguna responsabilidad. Lástima que eras muy pequeño como para recordarlo. Fue cuando recién naciste. Cada una de tus necesidades fue atendida por alguien más. Pero conforme crecías, se esperaba que tomaras más responsabilidades. En este momento, tal vez tengas un papá, una mamá, un hermano, un profesor, un entrenador que hace algunas cosas por ti, pero con otras, se espera que tomes la iniciativa.Es la misma situación con Dios. Él desea enseñarles a sus hijos, o sea a ti, acerca de la responsabilidad. Y entre más te bendiga con dones y oportunidades, más cosas quiere que hagas con ellos. Él quiere que vivas para Él aun cuando ya no sientas escalofríos. Es posible que tengas algunas personas en tu vida, que te animen en tu vida cristiana, pero no siempre estarán ahí a tu lado.
Así como un campeón corredor de maratón, vas a tener que impulsarte cuando no hay nadie más presente para marcarte el paso o gritarte al oído palabras de aliento o decir con efusión al final de la carrera: “¡Bien hecho!” Todos nosotros nos debemos motivar desde adentro. Debemos vivir nuestras vidas ante Dios, sabiendo que Él ve todo y que nuestras recompensas vendrán de Él, si somos responsables en hacer lo que Él quiere que hagamos.
Después de haber vivido todo lo que hemos vivido., no dejes de lado lo que Dios te ha dicho y sigue la carrera... determina avanzar...No estás solo. Él siempre toma tu mano, y si caes está ahi para levantarte.
El campo de la batalla de la mente para JOvenes
Joyce Meyer